La Comunicación Productiva, es el estudio de cómo individuos y colectivos se unen gracias a la
información y al diálogo (información más retroalimentación) para inventarse y
conquistar sus propias utopías.
La información y el diálogo
por separado son de por sí importantes y harto complejos de lograr cuando se
busca calidad y excelencia en cada uno de estos procesos, pero la unión de la
información y la retroalimentación para servir a un conjunto de individuos
unidos a su vez para servir un fin superior que rebasa sus necesidades e
intereses individuales, obliga a la difusión de la información y a los
mecanismos de retroalimentación a trabajar a su máxima capacidad para lograr,
en el mejor de los casos, la calidad de vida a la que ese grupo humano aspira.
Si lo anterior resulta aceptable,
debemos estudiar y destacar los ámbitos donde sucede la comunicación y observar
si ésta cumple con el papel de facilitar que un grupo humano, o varios al mismo
tiempo, puedan llegar a fines que generen beneficios para quienes dieron lo
mejor de sí mismos para crear un bienestar común que incluya también la
satisfacción de necesidades e intereses individuales, válidos y legítimos para
el resto de la comunidad.
Si mi observación acerca de
la historia de la productividad intelectual de nuestro campo (la comunicación)
y nuestra especialidad (la comunicación organizacional) es justa y objetiva,
hemos avanzado sólo las dos terceras partes de lo que potencialmente podemos
avanzar.
Para mostrar por qué hablo
del avance teórico en los términos anteriores (un avance de las dos terceras
partes de un camino posible) me auxilio, como ya lo advertí hace un momento, de
tres ejes teóricos: la Teoría del Lenguaje de Charles W. Morris, la Teoría de
la Comunicación y los tres procesos fundamentales de la información (Nosnik,
2013).
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